Salud Mental

Para la ciencia.
Uno de cada cinco estadounidenses padece alguna forma de enfermedad mental.[1] Esto no solo afecta a la persona, sino que tiene un efecto dominó que alcanza a las familias, las comunidades y la sociedad en general, según la National Alliance on Mental Illness (Alianza Nacional sobre Enfermedades Mentales).[2] Muchas personas que padecen enfermedades mentales también tienen trastornos por consumo de estupefacientes, están encarceladas o tal vez no tienen hogar. La enfermedad mental también afecta al 16.5% de los jóvenes de 6 a 17 años.[3] Los índices de suicidio en niños de 10 a 14 años casi se triplicaron entre 2007 y 2017.[4] Al 70% de los jóvenes en el sistema de justicia juvenil se le ha diagnosticado al menos una enfermedad mental.[5]

Para la acción.
Trabaje y eduque para reducir el estigma de las enfermedades mentales, y conozca cómo sus comunidades — los lugares donde vive, aprende, trabaja y juega — pueden brindar apoyo a las personas que padecen enfermedades mentales. Diseñe e implemente programas de esparcimiento para personas que padecen enfermedades mentales para mantenerlas fuera de las cárceles.[6] Amplíe los servicios de salud mental y los sistemas de apoyo disponibles a través de la atención médica. Trabaje para mantener la Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio, que amplió la disponibilidad de servicios de salud mental y la cobertura de la atención.[7] Aplique un enfoque centrado en la equidad en salud para garantizar que los esfuerzos lleguen a quienes más los necesitan. Analice y brinde capacitación en competencia cultural y humildad cultural para los prestadores de atención médica que brindan servicios de salud mental a comunidades marginadas.[8,9]

Para la salud.

Las personas que padecen enfermedades mentales tienen más probabilidades de recibir recetas de opioides y corren un mayor riesgo de desarrollar drogodependencia.[10] Los trastornos mentales, neurológicos y por consumo de estupefacientes contribuyen a empeorar la salud y ocasionar la muerte prematura. El tratamiento para la salud mental y el uso indebido de estupefacientes redunda en un mayor gasto en salud y menores ingresos para las familias. En los Estados Unidos y Canadá, eso se traduce en gastos y un lucro cesante por igual de alrededor de $50 mil millones.[11] Gracias a la expansión de Medicaid en virtud de la Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio, aproximadamente 1.6 millones de estadounidenses que sufren trastornos por consumo de estupefacientes han obtenido una cobertura de seguro.[12]

Para la justicia.

Apoye la telemedicina y otros esfuerzos que conectan a las personas que padecen enfermedades mentales con servicios médicos y de apoyo.[13] Asóciese con las partes interesadas de la comunidad para superar las barreras de transporte hacia la atención, como coordinar servicios de transporte compartido o ayudar a los residentes a utilizar los servicios de tránsito.[14] Abogue por políticas de salud pública de apoyo con base empírica, como un acceso más fácil a la naloxona y una paridad de cobertura continua para la salud mental y la atención de las adicciones. Aplique un enfoque de salud pública para la prevención de suicidios.[15] Promueva las asociaciones intersectoriales que apuntan a los factores sociales determinantes,[16] como incrementar las oportunidades de capacitación laboral, aumentar el empleo local y ayudar a los niños a alcanzar el éxito académico.