Para la ciencia.
La salud mental es un componente fundamental de la salud pública. Consiste en el bienestar emocional, psicológico y social, y es importante en todas las etapas de la vida. Pero muchas personas viven con enfermedades mentales. Las enfermedades mentales cambian nuestra forma de pensar, sentir o comportarnos y pueden afectar nuestra vida y nuestro trabajo. En los Estados Unidos, la enfermedad mental es una de las más comunes de las enfermedades. En un año, uno de cada cinco estadounidenses padecen una enfermedad mental. El cincuenta por ciento de las enfermedades mentales comienzan a los 14 años y el 75 por ciento comienzan a los 24 años. Las personas que se identifican como pertenecientes a dos o más razas tienen más probabilidades de informar una enfermedad mental que otras razas, seguidas por los aborígenes estadounidenses, los nativos de Alaska, y las poblaciones caucásicas y negras. En todos los grupos raciales, salvo entre los aborígenes estadounidenses y los nativos de Alaska, las mujeres tienen más probabilidades que los hombres de recibir servicios de salud mental.
Para la acción.
La defensa de la salud mental es crucial, en particular con la pandemia de COVID-19. Pida al Congreso que ponga a disposición servicios de salud mental durante la actual emergencia de salud pública y en el futuro. Participe en la iniciativa Project 2025, un proyecto que busca reducir la tasa anual de suicidio. Aprenda sobre prevención del suicidio e intervención en la conducta suicida sumándose a la National Alliance on Mental Illness o a la Sección de Salud Mental de la APHA. Y si usted o alguien que conoce necesita servicios de salud mental, póngase en contacto con la línea de ayuda nacional de la Administración de Salud Mental y Abuso de Sustancias al 1-800-662-HELP.
Para la salud.
La pandemia de COVID-19 puede afectar la salud mental en muchas formas, desde la pérdida de un ser querido, el aislamiento debido a las medidas oficiales de distanciamiento, la exposición al virus y la pérdida del ingreso. Dada la tensión del último año, no es ninguna sorpresa que los trabajadores de salud presenten un riesgo más alto de desarrollar una enfermedad mental. Practicar estrategias como estar activo físicamente, descansar bien durante la noche, llevar una dieta equilibrada, practicar el agradecimiento, participar en actividades de su agrado, desarrollar habilidades para hacer frente a la situación, meditar y estar en contacto con otras personas puede mejorar la salud mental. Las personas que realizan actividad física tienen menos días de mala salud mental que los individuos que no hacen ejercicio. Hablar con un terapeuta profesional, sumarse a un grupo de apoyo o a un programa de 12 pasos o considerar la medicación bajo supervisión médica pueden ser acciones muy beneficiosas.
Donde está usted.
Las enfermedades mentales pueden tener más de una causa. Determinados factores de riesgo en la niñez, como crecer en la pobreza o sufrir abusos, pueden ser indicadores de enfermedad mental en las personas adultas. Los factores genéticos, el aislamiento y el consumo de alcohol o drogas también pueden ser factores coadyuvantes. La falta de atención de los problemas de salud mental puede tener efectos negativos sobre el empleo, la estabilidad de la vivienda, la seguridad y otra serie de cuestiones. Esto destaca la urgencia de la necesidad de acceder a mejores opciones de tratamiento y gestión de la enfermedad para las personas cuyo riesgo es mayor. La prevención, la detección temprana y el tratamiento de las enfermedades mentales pueden generar una mejora de la salud física y comunitaria. La salud pública puede incorporar el fortalecimiento de la salud mental y emocional, y la promoción de estrategias y actividades preventivas. Esto puede hacer que la promoción de la salud sea más efectiva y proteger a las personas de otros problemas que tienen efectos negativos duraderos sobre la salud física y mental, como la violencia comunitaria e interpersonal, el consumo de tabaco y la falta de vivienda.