Para la ciencia.
Al menos la mitad de la población mundial no puede acceder a servicios básicos de salud, tales como ver a un médico, vacunarse o recibir atención de urgencia. Incluso en las regiones más ricas, los hogares están gastando al menos 10 por ciento de sus presupuestos en gastos relacionados con la salud. Muchos hogares son empujados a la pobreza extrema debido a los altos costos de bolsillo para la atención sanitaria. Estos problemas se complican aún más durante una crisis sanitaria, como la generada por la pandemia de COVID-19 actual.
Los estudios muestran que la pobreza y los malos resultados en el ámbito de la salud están fuertemente ligados. Cuando enfrentan dificultades financieras, las personas deben optar por pagar sus gastos diarios o sus necesidades de salud. Por consiguiente, tienen más probabilidades de prescindir de la atención necesaria, como consultar con un médico o conseguir una prescripción médica.
Para la acción.
Tenemos muchas oportunidades en nuestra vida diaria para defender el derecho a la salud. Manténgase informado sobre por qué los problemas de salud son problemas de derechos humanos. Inste a sus legisladores a aprobar leyes y financiamiento para promover un mayor acceso a la atención sanitaria para todas las personas. Pida a su empleador que promueva un espacio laboral que fomente la salud como derecho humano mediante políticas favorables para la familia, condiciones de trabajo dignas, no discriminación e igualdad de género. Aliente a su familia a protestar y a tomar medidas. Organice eventos y asóciese a líderes comunitarios y otras organizaciones locales para promover el derecho a la salud. Comparta historias en redes sociales sobre por qué es importante la salud y combata la información errónea que aparece en línea con datos de salud creíbles. Apoye a los líderes de salud pública, médicos, enfermeros, periodistas, miembros de la comunidad y activistas en todo el mundo que enfrentan ataques por defender nuestro derecho a la salud.
Para la salud.
Los derechos humanos se relacionan íntimamente con cómo las enfermedades se contagian y afectan a las comunidades. Ciertos grupos corren un riesgo más alto de contraer enfermedades debido a la desigualdad. La epidemia de VIH/SIDA nos muestra por qué los derechos humanos son tan centrales para la salud. Las personas que viven con VIH suelen enfrentar discriminación, y eso puede afectar sus trabajos o viviendas. Cuando no se reconocen los derechos de ciertos grupos, la falta de acceso a la información y recursos de salud complica más la prevención de la enfermedad. A través de la defensa y de la acción jurídica, las organizaciones de la sociedad civil y las personas que viven con enfermedades han reclamado equidad y han exigido la protección de su derecho a la salud. Por lo tanto, los gobiernos de todo el mundo han promulgado cambios a las políticas, reformas legales y mayores financiamientos de programas para el VIH/SIDA. Estas medidas han ayudado a prolongar la vida de aquellas personas que viven con la enfermedad y a reducir a la vez la tasa de nuevas infecciones y muertes relacionadas con el SIDA.
Donde está usted.
Los determinantes sociales de la salud afectan la salud de cada comunidad. El lugar donde usted nació determina su acceso a la atención sanitaria junto con su estilo de vida y perspectivas de enfermedad. Un sistema de atención sanitaria desigual y fragmentado se traduce en que las personas reciban diferente atención según puedan o no pagarla. Si usted vive en una comunidad subdesarrollada, muy probablemente su expectativa de vida será más corta que si vive en una comunidad con abundancia de recursos. Para garantizar que la buena salud sea una realidad para todas las personas, debemos instar a todos los países a proteger los derechos humanos como parte de sus políticas y sistemas sanitarios. Se necesitan más inversiones para fortalecer al personal de atención sanitaria y expandir los servicios. La mejora de los resultados en el ámbito de la salud depende de que los trabajadores sanitarios brinden atención de calidad.
El racismo, el estigma y la discriminación obstaculizan nuestra salud al crear condiciones que perjudican a ciertas comunidades mientras benefician a otras injustamente. Cuando se excluye o se trata de modo desigual a ciertos grupos, la salud física y mental de sus miembros se ve perjudicada. Debemos encontrar formas de alentar a las comunidades a pronunciarse contra la discriminación y tomar medidas para afrontar estas desigualdades. Cuando somos activos en el acceso a nuestra propia atención, podemos ayudar a nuestros sistemas de salud a ser más eficientes, lo cual puede generar mejores resultados para todas las personas.