Para la ciencia.
La pandemia de COVID-19 puso de manifiesto las desigualdades de larga data en la atención médica, los ingresos, la vivienda, la educación y muchos otros factores que influyen en la salud y el bienestar. Estas desigualdades son impulsadas, en gran medida, por el racismo y los prejuicios que están arraigados en nuestros sistemas, instituciones, políticas y prácticas. Este racismo estructural acarrea la falta de acceso y de oportunidades, el aumento de enfermedades y la muerte prematura entre las comunidades de color. En comparación con las mujeres blancas, las mujeres negras (de todos los niveles socioeconómicos) tienen tres veces más probabilidades de morir durante el primer año posterior al parto.1 En los Estados Unidos, la tasa de jóvenes aborígenes, nativos de Alaska, negros y latinos que se gradúan de la escuela secundaria es significativamente menor a la de los jóvenes blancos.2 Además, los afroamericanos, los aborígenes estadounidenses y los latinoamericanos tienen una tasa de mortalidad por COVID-19 que casi triplica la de los estadounidenses blancos.3 La comunidad de la salud pública debe abordar el racismo como el factor clave de las disparidades en la salud.4
Para la acción.
Debemos transformar nuestros sistemas y desmantelar las políticas y las prácticas que defienden el racismo y perpetúan las desigualdades. Debemos hacer que la equidad racial sea fundamental para la equidad en materia de salud. Trabaje con sus líderes locales para promulgar resoluciones, políticas y programas que aborden el racismo como una crisis de salud pública. Inste a sus representantes en el Congreso a que apoyen la legislación sobre equidad en materia de salud que puede ayudar a abordar las disparidades e iniquidades en la salud que afectan de manera desproporcionada a las comunidades negras, latinas, aborígenes y de las islas del Pacífico. Abogue por políticas tales como el pago por condiciones de trabajo peligrosas y la protección contra el desalojo para amparar a las comunidades de color de mayores desventajas y desplazamientos a causa de la pandemia de COVID-19. Aplique el enfoque de la equidad racial a todas las decisiones sobre políticas y programas.
Para la salud.
El racismo es una crisis de salud pública aún presente que ha tenido una incidencia significativa en el aumento de las disparidades en la salud.5 El racismo determina dónde y cómo vive la gente, qué recursos y oportunidades tiene, y afecta directamente la salud física y mental de las personas de color.4 El término "desgaste" describe cómo la tensión nerviosa que implica enfrentar el estrés tóxico crónico, procedente del racismo y de los prejuicios estructurales e interpersonales, a lo largo de la vida provoca cambios fisiológicos. El resultado es un envejecimiento acelerado y un mayor riesgo de padecer enfermedades crónicas y otras consecuencias adversas para la salud, incluida la muerte prematura.6 Afortunadamente, muchos de estos factores que deterioran la salud se pueden prevenir. Por ejemplo, educar a los prestadores de atención médica y al personal hospitalario sobre las disparidades raciales y étnicas que inciden en los resultados en cuanto a la maternidad, abordar los sesgos implícitos y mejorar la calidad de la atención mediante la implementación de paquetes de seguridad del paciente7 son pasos importantes para reducir las disparidades en la mortalidad materna.8
Para la justicia.
La lucha por la justicia racial perduró mucho más allá de la era de los derechos civiles y, en 2020, captó la atención mundial generalizada con los asesinatos de estadounidenses negros a manos de la policía, hechos que tuvieron amplia difusión mediática. Debemos aprovechar el impulso del levantamiento de 2020 y el movimiento Black Lives Matter con atención y acción sostenidas por parte de individuos, comunidades y líderes gubernamentales para fomentar la equidad racial.9 Conozca el legado del racismo y sus efectos actuales en la salud y el bienestar. Identifique y aborde sus prejuicios internos y de qué modo usted probablemente perpetúe los sentimientos contra las personas de raza negra o la cultura de la supremacía.10 Pregúntese cómo podría estar operando el racismo dentro de su familia, su comunidad y su empresa. Proteja los derechos electorales. Apoye a las organizaciones de base lideradas por personas de color. Asegúrese de que las personas de color ocupen posiciones de liderazgo o encabecen las iniciativas para la toma de decisiones.11