Para la ciencia.
La alimentación y la nutrición están en el centro de muchas preocupaciones de salud pública, desde enfermedades crónicas hasta el cambio climático. En 2021, el 10.4% de los estadounidenses (33.8 millones de personas, incluidos 9.3 millones de niños) vivían en hogares que experimentaban inseguridad alimentaria, lo que significa que carecían de acceso a alimentos nutritivos adecuados. Los niños necesitan una dieta balanceada para convertirse en adultos sanos y la inseguridad alimentaria a largo plazo puede provocar enfermedades graves, como diabetes tipo 2, enfermedades cardíacas y problemas de salud mental. Las familias con inseguridad alimentaria también enfrentan decisiones difíciles, como elegir entre comprar comestibles o pagar la atención médica.
El racismo estructural limita la disponibilidad de alimentos nutritivos para los grupos marginados. Los hogares afroamericanos e hispanos tienen el doble de probabilidades de experimentar inseguridad alimentaria que los hogares blancos, y las tasas son aún más altas para las familias nativas americanas y nativas de Alaska. Las políticas discriminatorias que causan desiertos alimentarios, que también se conoce como apartheid alimentario, limitan las opciones de comestibles en zonas de bajos recursos, dando a las familias menos opciones nutritivas y obligándolas a viajar más lejos para comprar alimentos. Con frecuencia, los alimentos más disponibles son productos ultraprocesados que se correlacionan con varias enfermedades. Los investigadores indican que la industria alimentaria está anteponiendo las ganancias a las personas.
Asimismo, el cambio climático pone en riesgo nuestro suministro mundial de alimentos, ya que un aumento de las condiciones climáticas severas amenaza la agricultura. Nuestros sistemas alimentarios actuales son parte del problema, contribuyendo con al menos una cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Para la acción.
La accesibilidad y la asequibilidad de los alimentos nutritivos pueden determinar una vida de consecuencias de salud. Es esencial contar con cambios sistémicos para garantizar que todos tengan los alimentos que necesitan para prosperar. Tenemos que abordar el racismo estructural y el cambio climático. Necesitamos políticas incluyentes de asistencia pública para los inmigrantes y necesitamos políticas que hagan que la lactancia materna sea equitativa para todas. Debemos regular la comercialización generalizada de alimentos poco saludables.
El gobierno federal ofrece programas de redes de seguridad alimentaria, como el Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP, por sus siglas en inglés), el Programa Especial de Nutrición Suplementaria para Mujeres, Bebés y Niños (WIC) y comidas escolares gratuitas, pero muchas familias con inseguridad alimentaria no son elegibles debido al nivel de ingresos, la situación migratoria y otros factores. Aliente a sus representantes en el Congreso a apoyar la legislación que amplía la elegibilidad para estos programas. También puede proporcionar información sobre la Ley Agrícola 2023, que determina el financiamiento para SNAP. Contribuya a su propia comunidad ofreciéndose como voluntario en un banco de alimentos en su zona, y mientras lo hace, solicite al Congreso que conserve los bancos de alimentos totalmente financiados. Involúcrese con la defensa de base uniéndose a su consejo local de política alimentaria. Para inspirarse, lea acerca de cómo los líderes comunitarios de todo el país están dando forma a las políticas a través de estos consejos.
Para la salud.
Si bien los cambios estructurales amplios serán más efectivos para las mejoras a largo plazo en la alimentación y la nutrición, tenemos soluciones provisionales prometedoras desde el nivel local hasta el nacional. La investigación muestra que los niños que participan en programas federales como SNAP y WIC tienen niveles más altos de seguridad alimentaria en la edad adulta. Para aquellos inscritos en SNAP, se demostró que los programas de prescripción de frutas y vegetales fomentan una alimentación saludable, y ayudan con el control de la diabetes al reducir los niveles de glucosa en sangre.
Las campañas de contramarketing demuestran ser una táctica exitosa en la lucha contra la comercialización de comida chatarra, junto con la promoción de opciones de alimentos saludables en supermercados y tiendas de la esquina. En Baltimore, el aumento del acceso a alimentos y bebidas bajos en azúcar en las tiendas, junto con otras intervenciones, condujo a la compra de alimentos más saludables. Un programa de San Francisco que incentivó a las tiendas de la esquina a aumentar el espacio para los productos y reducir el espacio para el tabaco y el alcohol provocó un aumento del 35% en los productos vendidos. En Chicago, un centro médico aumentó el acceso a los alimentos al lanzar una despensa de alimentos de autoservicio abierta las 24 horas del día, los 7 días de la semana, para reducir las barreras y minimizar el estigma. Para todas las intervenciones destinadas a aumentar la seguridad alimentaria, es clave comenzar con la participación de la comunidad y construir así relaciones de confianza que conduzcan a resultados exitosos.
En celebración.
La comida es un aspecto definitorio de nuestras diversas culturas, desde tradiciones navideñas hasta recetas especiales que se transmiten de generación en generación. Necesitamos un enfoque centrado en la cultura para la alimentación y la nutrición para mejorar de manera sustentable la salud de la comunidad. Esa es la mentalidad en Mary's Center, un centro de salud comunitario en D.C. donde los nutriólogos adoptan la cultura de cada paciente para hacer un plan que sea alcanzable y realista para su situación única. En el sur de California, FIND Food Bank celebró la herencia latina de su comunidad compilando recetas familiares en un libro de cocina que también incluye modificaciones saludables. La organización sin fines de lucro Oldways, con sede en Boston, desarrolló pirámides alimenticias específicas para las dietas africanas, latinoamericanas y asiáticas.
Las comunidades que enfrentan inseguridad alimentaria están tomando medidas para garantizar que sus vecinos no solo tengan suficiente para comer, sino también suficientes alimentos culturalmente apropiados. Los grupos de ayuda mutua dan estructura a estos movimientos de base. Por ejemplo, el Queer Food Fund apoya a los miembros de la comunidad afroamericana queer y trans afectados por la inseguridad alimentaria. En Nueva York, Star Route Farms cultiva productos como frijoles negros, cilantro y epazote para donar a familias hispanas a través de Bushwick Ayuda Mutua. En Chicago, Farm, Food, Familias ofrece comidas que celebran la herencia mexicana y caribeña para ofrecer un sabor de hogar a las comunidades inmigrantes. En Oʻahu, Hawaiʻi, MAʻO Organic Farms preserva las técnicas y los sabores de la agricultura nativa hawaiana para abordar la inseguridad de los alimentos de una manera culturalmente sensible y ambientalmente sustentable.