Para la ciencia.
Nuestra salud, nuestra longevidad y nuestro bienestar están conectados con nuestras comunidades — los lugares donde vivimos, aprendemos, trabajamos, rezamos, jugamos y envejecemos. Por ejemplo, al menos 4 millones de hogares estadounidenses albergan a niños que están expuestos a altos niveles de plomo,[1] y se considera que alrededor de 6 millones de hogares estadounidenses[2] no reúnen las condiciones de habitabilidad. Un informe de 2017 del Urban Institute[3] (Instituto Urbano) sobre vecindarios en decadencia y la relación con la salud pública define a las viviendas que no reúnen las condiciones de habitabilidad como espacios residenciales que ponen en peligro la salud y la seguridad de los residentes debido a problemas estructurales y físicos. Asimismo, la inestabilidad de la vivienda está relacionada con un mayor uso de la atención médica y una mayor cantidad de visitas al hospital.[4]
Para la acción..
Eduque y abogue por políticas de vivienda saludable para todo tipo de hogares.[5] Solicite a quienes formulan políticas en los Estados Unidos que financien programas de monitoreo y aplicación normativa para mantener los códigos de vivienda existentes y evitar las malas condiciones de habitabilidad. Cree sistemas de responsabilidad que trabajen en nombre de los residentes y brinden apoyo para solucionar de inmediato las condiciones de habitabilidad que son una amenaza para la vida. Reconozca que una vivienda saludable comienza con comunidades saludables y adopte marcos de políticas de salud integral.[6] Consulte las numerosas "Oportunidades de acción" en el capítulo Viviendas saludables del Manual de estrategias de salud ambiental. Entre ellas se incluyen el apoyo a viviendas de múltiples unidades libres de humo, la asociación con el sector de la atención médica para abordar la vivienda como un factor social determinante clave de la salud y explorar iniciativas privadas, como la de las organizaciones Habitat for Humanity (Hábitat para la Humanidad) y Rebuilding Together (Reconstruyamos juntos), para aumentar las viviendas asequibles, seguras y saludables.[7] Inste al Congreso a financiar adecuadamente las opciones de ayuda para alquilar con el fin de garantizar que el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano y el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos puedan suplir las necesidades de la comunidad en materia de viviendas asequibles.[8]
Para la salud.
El lugar donde viven las personas, no solo cómo viven, afecta su salud y su esperanza de vida. La gente corre un mayor riesgo de padecer problemas de salud a causa del aire deficiente que circula en el interior de un ambiente, las tuberías de plomo, la ventilación inadecuada, las infestaciones por plagas, las fugas de agua, el hacinamiento residencial y otras situaciones peligrosas.[7,9] Las políticas locales inteligentes que priorizan la salud pueden marcar la diferencia. Trabaje con organizaciones sin fines de lucro y socios de la ciudad con el fin de crear una ordenanza local de viviendas saludables para apoyar los entornos domésticos saludables.[10] La investigación muestra que las aceras bien mantenidas[9] fomentan la actividad física y las redes de ciclismo seguro conducen a más ciclismo y menos lesiones entre los ciclistas. Por lo general, los índices de muertes evitables, como las muertes por enfermedades cardíacas, diabetes y cáncer, disminuyen en las comunidades donde aumenta el gasto en la salud pública local.[11] Otra investigación[12] muestra que las muertes por enfermedades cardiovasculares, diabetes y gripe disminuyen significativamente en las comunidades que expanden sus redes multisectoriales en apoyo de los objetivos de salud de la población. La asequibilidad y las condiciones de la vivienda, así como el entorno circundante, afectan la salud.[13] La eliminación de cañerías de plomo de suministro de agua potable ahorraría miles de millones de dólares en futuros beneficios para la salud y la productividad.[14]
Para la justicia.
Las comunidades de bajos ingresos normalmente tienen opciones de vivienda que no cumplen con los estándares mínimos de habitabilidad. Desarrolle y aplique planes que brinden mantenimiento a lo largo del tiempo para evitar que los proyectos inmobiliarios se vuelvan deficientes. Cree programas para ayudar a reubicar a residentes en caso de problemas graves de vivienda. Desarrolle actualizaciones en la mejora de las viviendas y planes para el control de la electricidad, la climatización y las plagas a escala federal. Analice un precio de las viviendas que sea proporcional al ingreso de los residentes del hogar.